El hombre y la defensa ambiental
LAS CUESTIONES del medio ambiente preocupan cada vez más a las comunidades del mundo. En los gobiernos y en las Organizaciones no Gubernamentales se pone énfasis en la necesidad de preservar los recursos naturales y evitar insistir en las agresiones del hombre. Cada vez son más frecuentes las apelaciones que parten desde aquellas instituciones y lo mismo sucede con congresos, seminarios y otros encuentros relacionados con diversas cuestiones que, al propio tiempo, dedican una parte de su desarrollo al referido problema.
ES QUE los llamados a la responsabilidad pueden destinarse a todos y a cada uno de los individuos, por cuanto cada quien está en condiciones de brindar su aporte --por modesto que sea-- para la protección del ambiente y, con ello, de su propia calidad de vida. Así, por ejemplo, en un encuentro celebrado días atrás en Buenos Aires, el ingeniero Takashi Hamazaki, experto japonés en cuestiones medioambientales, fue categórico al señalar que los ciudadanos son los actores fundamentales en el cuidado del ambiente y sus pequeñas acciones pueden lograr grandes contribuciones a los objetivos específicos. "Pero todavía les queda mucho por aprender", advirtió.
AL INSISTIR en que es preciso trabajar férreamente para que el hombre común asuma un protagonismo decisivo en este campo, indicó que los tres principios de la ecología son reciclar, reducir y reusar. "Antes, los desechos se tiraban sin una clasificación previa; hoy, la responsabilidad humana está en cómo, dónde y de qué manera tirarlos", sostuvo, para luego comentar que en Japón los vecinos se han preparado, organizado y concientizado para llevar los residuos hasta un ente barrial, donde se efectúa la clasificación; más tarde, los camiones del municipio se encargan de recoger el papel, el plástico, el cartón y el vidrio, para lo cual se establecen diversos días durante la semana. "La obligación del ciudadano es respetar las reglas", agregó. Conociendo la idiosincrasia y el sentido de la responsabilidad de los japoneses, no hay duda de que el sistema funciona.
AUNQUE no se pretenda la aplicación rigurosa de igual mecanismo entre nosotros, es indudablemente acertada la afirmación de que el vecino debe convertirse en el primer protagonista de este cambio de actitudes que se viene requiriendo desde hace algún tiempo, a los efectos de que la calidad de vida en las ciudades pueda mejorar, dejando atrás diversos hábitos perniciosos que sólo terminan volviéndose en contra de quienes los ejercen. En nuestra propia ciudad, hay mucho por trabajar en este sentido. Comenzando con la disposición de los residuos domiciliarios, que por el momento se depositan en la vía pública sin ningún tipo de clasificación. Ya es hora de comenzar a preparar algún programa sobre el particular, como lo están haciendo otras comunidades.
TAMBIEN ES preciso puntualizar, una vez más, el condenable comportamiento de quienes arrojan desaprensivamente bolsas con residuos en las calles, que a veces terminan taponando los desagües pluviales, con las consecuencias que ello supone para el vecindario. Ni hablar de la formación de los minibasurales en terrenos baldíos y en las banquinas de las rutas circundantes, que conforman serias amenazas para la salud. En el propio microcentro suelen advertirse penosas demostraciones de falta de solidaridad y de nulo apego a la higiene urbana, gracias a la actitud de adultos y menores que arrojan sin ningún tipo de contemplación latas de bebidas, papeles, tarjetas del servicio de ómnibus, envoltorios de todo tipo y demás elementos descartables.
LA OBSERVACION del ingeniero Hamazaki no debiera ser desoída: el ciudadano común puede convertirse en principal protagonista de la imprescindible protección del ecosistema. Las futuras generaciones lo agradecerán.